Nodos & Redes: La otra Lima. Cartografía

El Averno
El Averno

Rafael Uzcátegui


“No será un esto Mont de Marsan, no será un CBGB bar, no será un piano bar, sólo se que es un buen lugar”. La frase pertenece al tema “Un lugar”, de la banda Leuzemia, y refleja la particular relación que tienen los rockeros peruanos con su ciudad. Y es que Lima tiene “algo”. No en vano el proyecto que la urbe reciba 5.1 millones de visitas para el 2021 y que hoy se esté convirtiendo, a fuerza de turismo gastronómico y cultural, en la capital más atractiva en Latinoamérica, lo más parecido a Barcelona para los europeos.

La capital de Perú es así por el moldeado de su gente. A diferencia de Caracas, donde la renta petrolera ha generado la idolatría estadocéntrica del menor esfuerzo, el espacio público de Lima es cartografiada por diferentes expresiones de la cultura alternativa, que en los ochentas se vistió de contracultura pero que hoy se define como digital y netart, en plena mutación de piel.

A partir de 1985 Perú vivía un momento de contracción económica e hiperinflación. Eran los tiempos de Alán García. También los de la expansión de la guerrilla más cruenta del continente: Sendero Luminoso, cuya ofensiva comenzó a cercar la urbe con atentados, asesinatos de líderes comunitarios y cortes de luz. La ciudad era conocida como “Lima la horrible”, en alusión al libro de 1964 de Sebastián Salazar Bondy. Es en este caldo de cultivo y como respuesta a la ausencia de un lugar y un tiempo propio, que un grupo de jóvenes, influenciados por el Mayo Francés y la subcultura punk, crearon la “mancha subte”: con bandas, publicaciones, expresiones artísticas, un discurso y una estética propia.

En el centro de Lima el Jirón Quilca se convirtió en el paradero de la inconformidad. Los bares –como el histórico Queirolo-, y los puestos de venta de música y literatura generaron un ambiente que atraía a los jóvenes más inquietos. Si querías conocer las expresiones de la “mancha subte” y sus bandas emblemáticas –Leusemia, Narcosis, Eutanasia, Voz Propia, Cardenales, Lima 13, Psicosis, Pateando Tu Kara, QEPD Carreño, G3, entre otras- había que pasearse por Quilca. En 1998 se funda allí el Centro Cultural El Averno que, hasta su cierre en octubre de 2012, albergó a las propuestas más “underground” en el abanico de las artes, sobretodo en la música. Hoy Quilca ya no es lo que fue, pero todavía se puede percibir el bouquet de la vieja provocación iconoclasta adolescente. Los libreros que quedan, resistiendo una orden de desalojo que anuncia la construcción de un Centro Comercial, conviviendo con vendedores de dvds quemados de culto. El Queirolo seguirá en su mismo sitio y, pasando la intersección con la avenida Wilson, todavía hay un puñado de vendedores de discos de vinilo. En un recodo, que da al Jirón Camaná, el espacio “Eskupitajo” exhibe producción anarcopunk local.

Tienda El Grito, Galerías Brasil
Tienda El Grito, Galerías Brasil

En otro lado de la ciudad, en Jesús María, se encuentra las Galerías Brasil, en la avenida del mismo nombre 1275. Un mercado musical de dos pisos, donde hay venta de entradas para conciertos, franelas de bandas, ropa gótica y metalera, cds, viniles y cassettes. Entre las tiendas se encuentra El Grito, que es parte de un proyecto comunicacional más amplio que incluye Tomate Colectivo y Radio Bomba. Imperdible si lo tuyo son los fanzines, como Lima Enferma o Never Surrender.

Librería Contracultura
Librería Contracultura

En el año 2001, en la avenida Larco 986 de Miraflores, se abrió la Librería Contracultura para “contar con libros e historietas que cuestionan la cultura oficial, invitando a la reflexión y promoviendo el espíritu crítico entre sus lectores”. Hoy continua con sus puertas abiertas y gestionando un sello editorial propio, en el que publican comic peruano y algunos autores marginales a los circuitos editoriales oficiales. Las estanterías de Contracultura son un festín para los amantes del comic underground cholo: Lito El Perro, Moko, Las Fulanas, La Mosca, Fierro (edición peruana), Nro. O y el recomendado Carboncito.

En otro sector, en Surco, Avenida Primavera 1377, se encuentra uno de los pocos bares skate de América Latina: El Café Bar Hensley, atendido por su propio dueño Luis Miranda “Lucho”. Con las puertas abiertas desde el año 2011, el Hensley no sólo tiene una gran decoración y un excelente set de punk rock de todo el mundo (que dura toda la noche), sino que cuenta, dentro del local, con su propia rampa para hacer skateboard. (Así como lo lees).
Desde el 2009 hasta el 2013 estuvo activo el espacio donde convergió el semillero cyberactivista limeño: Escuelab que “busca (ba) incentivar a creadores, teóricos y activistas jóvenes a proyectar sus ideas, nacidas del presente, para diseñar y construir futuros posibles”. Escuelab promovió los primeros “hackatones” de la región, así como otros procesos iguales de interesantes, como el Pixelhack Arequipa o el Museo Virtual de Arte y Memoria. El proyecto aspira mutar en nuevos espacios para el activismo digital colaborativo.

Lima también es hip hop. Pura Calle es un proyecto que utiliza esta subcultura para “la transformación social y la promoción cultural en el Perú”. Gestionada por la asociación D1, cuenta con escuelas de baile y expresión musical en zonas populares como Chorillos, San Juan de Lurigancho y Magdalena. Con ocho años de trabajo, sus cálculos estiman que han apoyado a 170 mil personas de forma directa, gracias al híbrido de cultura alternativa y sponsor multinacional. Para este 5,6 y 7 de junio anuncian la realización del Festival Internacional de Culturas Urbanas.

Los amantes del Manga y la cultura Otaku tienen su rincón en el Centro Comercial Arenales, Avenida Arenales 1737, un mall con 4 pisos de tiendas dedicadas al merchandising japonés, venta de animes y sitio de encuentro freak.

Estando en la zona rumbera por excelencia de la ciudad, Barranco, hay que darse una vuelta por el Centro Cultural y Bar La Noche de Barranco, en el Pasaje Sánchez Carrión 199. El sitio, con 22 años de experiencia, ha sido tarima para todas las expresiones artísticas de la ciudad, que incluyen a la constelación de bandas de rock peruano, como Plug-Plug o Millones de Colores, que constituyen una joya a descubrir para el resto del continente. Con entradas que oscilan entre los 10 y los 50 soles según el talento (lo más, menos de 20 dólares) y un ambiente muy agradable cobijado en una casa colonial con historia y personalidad.

A finales de los 80´s los subtes coreaban: “Lima angustiada, Lima injusta, Lima revienta, Lima morirá, Lima sin nada, Lima sórdida, Lima revienta Lima morirá”. Ver como se ha transformado la ciudad en 15 años, que hoy cuenta con 55 rutas de ciclovías, es toda una esperanza para quienes sobrevivimos en Caracas. (Publicado en Contrapunto.com)


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