Cuando comencé a trabajar en Provea, en el año 2006, rapidamente percibí que tenía un problema: Estaba laborando en la organización no gubernamental con la peor imagen institucional del movimiento de derechos humanos del país. Incluso, su logo era una vulgar copia del usado por una organización internacional, que en tiempos analógicos nadie se iba a dar cuenta, pero en días de internet era un ejemplo de todo lo que había que mejorar.

Mi elección como Coordinador General, en el año 2015, me permitió promover un rediseño total de la imagen institucional de la organización, y trabajar en su branding. Superar el temor al cambio no era fácil en un ambiente laboral democrático y acostumbrado a discutirlo todo. Contratamos una consultoría comunicacional y de identidad institucional, en la persona de Lucas García. Fueron varias las reuniones, con la lluvia de ideas sobre lo que queríamos comunicar gráficamente y lo que no. Poco a poco fuimos consensuando elementos hasta llegar a las propuestas finales.

La luz encendida era una idea recurrente en los logotipos de organizaciones de derechos humanos, así que optamos por ello, eramos parte de una comunidad mundial. El resultado fue un imagotipo, adaptable a diferentes usos. Y lo mas importante: 100% nuestro.

Hicimos diferentes pruebas: Ver cómo se comportaba frente a otros logos; Cómo debería ser ubicado de acuerdo a los diferentes usos y, lo más importante, se realizó un manual de uso interno, donde quedaba claro cuáles eran los colores institucionales, su tipografía y cómo debía usarse.

Realizado lo más difícil, el resto fue coser y cantar: Tarjetas de presentación, uniformes institucionales, rediseño de las publicaciones, alianzas comunicacionales…; todo lo que ayudara a posicionar la «marca Provea».