Son demasiadas las cosas que se cruzan y se transforman en nuestro continente. En Argentina, en medio de la crisis del año 2001, que catalizó la renuncia de varios presidentes, algunos activistas sociales deciden retomar su relación personal con la naturaleza y disminuir, en lo posible, su dependencia alimentaria de los vaivenes del mercado. Asi comienza la experiencia de las huertas comunitarias urbanas, cuyo símil es posible conseguir en muchas latitudes. En Mar de Plata Gerardo, un punk de la «vieja escuela» que conserva intacto su espíritu combativo, participa junto a su familia en la huerta instalada en un terreno recuperado de la basura, la maleza y los malos habitos.

Posando frente a la cosecha de choclos

Zapallitos listos para la ensalada

Lexys mostrando su mejor sonrisa

Hanna la segunda de la tribu punk

No puede faltar el espíritu rock

Acelgas bajo amenaza

Que lindo que tuviste la oportunidad de conocer un sitio así. En efecto hay muchos en el mundo, tengo varios amigos en una ecoaldea llamada Matavenero, en Castilla-León España, y como tú, espero algún día tener la oportunidad de visitarlos 😉 un abrazo