Me gusta quienes se inventan su propio universo para orbitar en él. Locas, apostatas, enajenados, herejes y prófugos de la policía del pensamiento. Gente que se inventa la vida, y que no espera que sean las circunstancias las únicas que canalicen su energía vital. Individuos sin resignación, ese suicidio cotidiano del que hablaron una vez situacionistas y sesentayocheros.
Un puñado de jóvenes de este desierto multitudinario llamado Caracas experimentan con el sonido y con el ruido. Cultores del arte sonoro, esa «organización espacio-temporal de los objetos sonoros, con intención artística». Generan sensaciones, desafiando al silencio. En estos días han presentado un catalogo de sus experimentos en un cd que han llamado «Ars sonus». Diez tracks de gente como Egroj Zemog, Jorge Gomez, Amarilys Quintero, Ruben D Herzm Ignacio Pérez, Carlos Salazar, Gil Sansón y Sandro Pequeno. El sitio ha sido la Organización Nelson Garrido (ONG), ese oasis de la independencia artística y política que encallado en las arenas aledañas a la Avenida Victoria. Performances con el sonido como protagonista precedieron el acto bautismal, en un rito para iniciados y naufragos del mes de agosto.
La ONG apenas inicia un ciclo de eventos sobre arte sonoro y radioarte, cuya programación puede verse en http://organizacionnelsongarrido.blogspot.com o en http://ekko23.blogspot.com.

